sábado, 5 de diciembre de 2009

NUEVO LIBRO

Retomo aquí mi blog. He subido poemas de mi nuevo libro, inédito aún (aunque salió una versión en Eloísa cartonera con el título "Ubre" que está en jaque). Sigo preparándolo, sumándole nuevos textos, pero mientras tanto comparto poemas que ya están con ganas de ser leídos.

ya no quiero

ya no quiero
otro beso
de despedida
el dj dejó de tocar
el sol salió
allá en algún lugar
acá llueve sin cesar
ya no quiero
otra canción de amanecer nublado
otra salida hacia la melancholy beach
el dj subió al taxi con su enorme paquete de discos
una novia en cada puerto
para él tocar es posponer
todas las dudas, bailar
ya no quiero hacer un show de borracha
que llora en la pista
no estoy para sonrisas
para el vip
ya no quiero bajar la persiana
tener insomnio a las diez de la mañana
quiero un largo día de sol
escuchar a la gente
y olvidarme de mí

Veraneo árboles

veraneamos juntos, montados en picos de estrellas
el beso era un fusil de chocolate
con que ahuyentábamos como lobos los malos sueños
fundidos en miel, aullidos y caballos
poblamos con flechas la constelación Centauro
hicimos flamear banderas de luz y leche
y cuando el oro oscuro de la noche quiso dormirnos
huimos a las piedras del bosque y comimos árbol
ahora somos corteza de pino agudo
extendiendo su capa de filos verdes
en silencioso y lento devenir

Despertar en un papel volando

soñé con vos
tenía las manos llenas de arena caliente
estuve mucho tiempo quieta al sol
esperando tomar agua adentro de tu boca
la temperatura del mar se abría y lo compartimos
un corazón de terciopelo
exquisito y rápido, transparente,
sin pensar escribo tu nombre entre las nubes
y mis palabras favoritas:
viento, viajar, volver a vernos

Única palabra

Nadamos sobre el vacío como peces congelados
Nunca hemos tocado nada con nuestras invisibles manos
Estás quieto en la cima del hielo, tus ojos cerrados
Tiendo mi escotado anzuelo hacia vos
Pero el agua te arrastra abajo
al fervor de una cascada donde estaríamos mejor
si nos hubiera hecho un dios de piedra, perdedor
era la última palabra que tenía para hacerlo y terminó

El show no puede continuar

como el piso de una discoteca al amanecer
mi jueguito terminó exponiendo la torpeza
con lazos de amor desgreñados
no puedo seguir bailando sobre una mesa de vidrio rota
ustedes sólo quieren líneas rectas hacia la angustia
falsa tibieza que no puede acoger
dejo que se escurran entre mis dedos
niebla y peligro, caen las vértebras de la admiración
ya no es una audacia divertida
merezco una categoría estúpida para esta ignorancia
de querer comprar amor con sexy debilidad

Sobre escudos…

sobre escudos petrificados nos arrodillamos
las remotas lágrimas del tiempo se desparraman
entre volutas alzamos las negras manos buscando el perdón,
un amuleto contra la falta de entusiasmo
gritamos y después, de regreso por el camino de la vergüenza
nos vamos olvidando del deseo
mientras sobreviene la mansa, triste tranquilidad

Solo, para mí

Nuestras almendras crecían a la sombra de la casa
Las veíamos desde la siesta con tul y moscas
En cada lugar escondíamos un beso de ojos cerrados
Las olas llenaban al muelle con bruma
Qué dulce era tu boca en la mía
Me decías muchos chistes, hasta hacerme doler
Veíamos los barcos girar sobre el horizonte, deshacer esa cinta como un final para el calor
La carne se cocinaba inquietante a la noche
Nos íbamos de excursión hasta la luna, veíamos prenderse esos fuegos en la astuta oscuridad
Era como no saber nuestros nombres y soñar lo mismo
Vos me acunabas sin mentir pero después no te reconocí más
Todavía quedan las marcas blancas atadas al vidrio de la mesa que casi no miraste
Y cuando te veo cantando en internet me toco los labios con un signo de pregunta hastiado, puntiagudo
¿Por qué herviste aceite y le echaste gotas que salpicaron en mi cara?
Oíamos los autos, nos poníamos tapones con la tele prendida en una película que nos advertía todo lo que iba a pasar
Pero nos quedábamos dormidos, vos seguías escribiendo palabras en mis sueños
Ésa era la pura verdad, el metal
No podía enojarme, juntabas pedacitos de una copa mientras yo me entendía perfecto por teléfono con alguien
Querías que terminara de hablar y después quisiste que nunca más te dijera que me amás
Ni siquiera los pájaros se asustan de mí, me saben suave
Pero a vos te espantó que llenara mi bañadera de agua y bombachas como presentación
¿Querés que te diga lo que anuncian estas cartas?
Corrijo mis palabras con silencio como si te llamara
Estás quieto viendo cómo cambian ese cartel luminoso de una chica que decías que era yo
¡Qué crueldad la de esos obreros para liquidar nuestra enfermedad!
¿Ya lo sabíamos?
No te mires más al espejo, sólo sos hermoso para mí.

Perdido

perdido, ¿cuánto amor dispersamos? ¿acaso bien? ¿acaso suficiente?

mientras desenvolvíamos nuestras momias sobre un escenario apagado
deseábamos no oír el rumor, la pesadilla invernal
que las nubes incisivas estrujaban contra el cielo de raso,
y las enredaderas crecían como mandíbulas para un encierro

mora el estrépito de la tormenta sobre la fragilidad, sobre la quietud
de nuestros sexos en el leve movimiento de los años
¡cómo nos regodeábamos en la codicia escarlata de besos que no sabemos a quién dar!
¿cómo esmerarnos ya por leer la partitura que otras lenguas dictan?

nuevamente en desorden encontramos la casa
pero no tendríamos fuerza para regresar cada cosa a su lugar
con los pies reconocemos papeles quebrados
una traducción comenzada y pronto abandonada
para explicarle a alguien que el amor se parece menos y menos
a aquello que solíamos llamar así

sin embargo, las tristes flores perfuman esta tarde fría con su daltónico color
mientras con lentitud procuramos hallar los diccionarios que antes nos servían para hablar

Argot infinito

Entró un montón de viento a mis partituras mientras estabas en casa, maría
quedaban para arriba y para abajo, dibujadas con descaro sobre la alfombra
La primera vez después del invierno con las ventanas abiertas todo el día

Desparramadas de mil maneras diferentes las notas con un ritmo de luces de rigor fractal
El horizonte imparte su lección de argot después del atardecer
Lo que inventamos: un juego infinito, vos pedías
reconocer cómo unos ritmos se creaban sin lógica
así como –habíamos pensado a la tarde– no se puede –o casi– ver abrirse una flor

un juego:
Una lupa para ver los pelitos amarillos, un lunar y el sol todo el tiempo del mundo
Hoy el rubor en la piel brotó del verano con la flor de un ciruelo
Fuimos por una escalera color celeste subiendo entre las nubes hasta alcanzar lo que sonreía a través de nosotras, maría

Inventamos un ritual con naranjas, le poníamos el gajo a la otra en la boca pero antes
Los hacíamos besarse y vos te alegrabas de no estar sufriendo, yo también
tenía que darme cuenta, sufrir no vale la pena, me lo tenías que recordar
reírnos y olvidar el sabor adictivo que le veníamos agarrando

Pasemos tardes así, maría, tardes en la vida donde todo el tiempo la parte del beso
A lo sumo lo más leve de que seamos capaces, el resto
suelto en el pasar de horas mantas de luz por la tarde y al final
flotando cerca de nuestro campamento
el ciruelo refulgiendo una terraza de cielo

y el viento entró en la música, la llenó de aire
nuestra blanda tarde juntas doloridas tan alegremente de infinito argot

Venado herido

Bebí el silencio de dios
en el manantial del bosque
Georg Trakl



En un azul espeso se pierde el hotel de un solo cuarto donde desesperamos y desaparecemos
La sombra del abrazo resplandece una vez más, morada y líquida
Llena las vías vacías entre lazos verde oscuridad y árboles delicadamente inquietos ante el abismo del anochecer
Inmensa caída, frágil lentitud hacia la nada adormecida, paso, pausa, paso...
Brilla el pájaro de la noche en tu espalda cristalina, puedo acariciarla en sueños, lamer la letal cocaína derramada
En una flor jamás moribunda, pétalos erectos hacia la hermética fronda
Dobla en tu fauce lunar un regusto, la lengua de sorella, una medalla caída sobre tu sien celeste
La nieve duele un poco más, beso dulce que sangra, herido venado de rosadas venas
Sangra, hasta la última hora del día florecen perfumados velos de diamante negro
Y al río se alejan resonantes las campanillas que antes te guiaban en la noche cargada de caballos en racimos agotados